viernes, 26 de abril de 2013

Prioridades

Cuando eras pequeño, no era extraño que alguien te hiciera la famosa pregunta:
- ¿A quién quieres más? ¿A Mamá o a Papá?
 
Esto te obligaba o a ser diplomático, entre otras cosas porque probablemente alguno de ellos estaba presente, o en cambio a aprender desde muy chico a establecer un orden de preferencias.
 
La vida te iba brindando nuevas oportunidades de escoger y dar prioridades. Y pronto te enfrentabas a nuevos dilemas, como el clásico de cualquier tarde de verano que te obligaba a escoger entre piscina y polo, o si querías fanta de naranja o limón.
 
Sea como sea, a medida que crecemos, tenemos que decidirnos a la hora de tomar decisiones mucho más importantes que un refresco y para eso es fundamental hacer una lista de prioridades. Darle relevancia a las cosas que realmente son importantes y de las que no prescindiríamos hasta el final. Es fundamental desde bien pequeño el saber darle el valor a las cosas. Tener claro qué es superfluo y cuáles son aquellas cosas que te harán ser feliz y que deberías poner en primer lugar.
 
Anoche estaba en en el baño de casa, duchando a Guille. Íbamos hablando mientras le iba enjabonando con la esponja. Dentro de nada, de hecho, el mes que viene,  cumple cinco años, así que las conversaciones con él, comienzan a ser acerca de temas trascendentales. Con esa gran capacidad de aprender y ansia de saber, podrías estar horas hablando con él, aunque tal vez alguien se pueda desesperar un poco, ya que a modo de coletilla, cada frase que te diga, va a terminar con ¿A que sí?
Bueno, no siempre. A veces termina con: ¿A que no?
 
El caso es que mientras estábamos en la bañera, haciendo un repaso a lo que había hecho en el colegio y tras confesarme que era un chupón jugando al fútbol porque no le pasaba el balón a casi nadie, de repente, como el que recuerda algo de gran importancia, me miró fijamente y me dijo:
 
- Papi: No te olvides de lavarme el pito. El pito es lo más importante de todo ¿A que sí?
- Bueno, importante, importante... - le contesté entre la duda y la admiración por ser tan claridivente con tan corta edad.
 
- Es verdad - dijo corrigiéndose él mismo - Lo más importante en el cuerpo es el corazón. Pero luego, ¡es el pito! ¿A que sí?