miércoles, 6 de abril de 2016

Las chicas del Spa




















Mientras escribo estas líneas, al fondo de la casa, no tan al fondo como uno quisiera, duerme Guille en su habitación. Se ha ido a la cama feliz porque su equipo ha hecho un gran partido. Últimamente el fútbol ha vuelto a su vida, tras un periplo en el que el baloncesto dejó apartado al deporte rey. A años luz aún está el rugby, que le despierta una pasión intensa, con la que vibra cada vez que corre velocísimo, agarrado a ese balón amelonado.
Esta noche Guille está contento, pletórico y sus sueños estarán llenos de goles, ensayos, paradas y placajes. Es lo normal para un niño de siete años. Jugar es su vida.

Cada mañana se levanta feliz. Siempre ha sido así, desde que decidió venir a nuestras vidas. Nunca lo ha hecho de mal humor y de un salto, casi sin remolonear, se incorpora a nuestra rutina de cada día.
La otra mañana fue distinto. Lou fue a despertarlo y refunfuñó, arrastrando de nuevo su edredón, volviéndose a arropar,
No le prestó importancia, pero después de un rato sin que se asomara por la cocina, como era habitual, volvió a por él, dirigiéndose a su cuarto.

-¡Levántate ya, Guille! -le insistió su madre- Se nos va a hacer tarde...
Rezongó un poco e hizo una especie de gruñido, para apartar a su madre de allí.
-¡Venga, Guille! ¿Qué te pasa hoy?

Él asomó los ojos por el reborde del edredón, conocido en estas latitudes peninsulares como embozo. Abrió sus párpados y arrugando su frente, le confesó:

-Mamá, no me quiero despertar... 
-¿Por qué?
-Es que no me quiero ir de aquí. Estoy en un Spa lleno de mujeres desnudas.
Lou le dio una moratoria de unos minutos para que pudiera despedirse de ellas y aprovechó para venir a contarme las andanzas de este joven conquistador de jóvenes y lozanas muchachas desnudas.

Esta noche me he acercado a darle un beso de buenas noches, y el susurro de mis labios sobre su mejilla caliente, queda enmascarado con el siseo de su respiración. Duerme plácidamente con una sonrisa dibujada en su cara. Me hace dudar. No sé si acaba de hacer una marca con su equipo de rugby o ha vuelto a ese Spa libidinoso plagado de curvas sensuales. A ver qué me cuenta mañana cuando se despierte.